Detalles del ciclo de absorción
Los ciclos termodinámicos de enfriamiento, tanto el de
compresión como el de absorción, permiten sacar calor del espacio que quiere
enfriarse y llevarlo a otro lugar donde se disipa. Para hacerlo, ambos sistemas
aprovechan la necesidad de un fluido, utilizado como refrigerante, de obtener
calor del entorno para pasar del estado líquido al de vapor al ser introducido
en un espacio a más baja presión. Mientras que en el ciclo de compresión la
diferencia de presiones se obtiene con un compresor mecánico, en el de
absorción se consigue aportando calor a una mezcla del refrigerante y otra
sustancia que se caracteriza por tener una gran afinidad con aquel y absorberlo
fácilmente. En el generador donde se aporta el calor, el refrigerante se separa
del absorbente por ebullición y, por la presión generada, recorre el circuito
de alta presión donde se condensa (como en el ciclo de compresión) hasta
evaporarse de nuevo en la zona de baja presión, donde se asocia con el
absorbente para poder volver juntos y en estado líquido al generador.
El ciclo de absorción no es un descubrimiento reciente, ya
que el primer antecedente es el experimento realizado por el escocés William
Cullen en el año 1755, cuando consiguió obtener una pequeña cantidad de hielo
en una campana mantenida a una presión reducida. Pero, de hecho, fue el francés
Ferdinand Carré quien en 1890 construyó la primera máquina de absorción para la
fabricación de hielo. En la evolución del ciclo de absorción se han
experimentado diversas parejas de refrigerante/absorbente, pero comercialmente
hay únicamente dos: la formada por el agua como refrigerante y bromuro de litio
como absorbente, y la que utiliza el amoníaco como refrigerante y agua como
absorbente. Cada una de estas dos técnicas tiene sus peculiaridades. Mientras
la utilización del agua como refrigerante limita la temperatura de evaporación
por encima de 0°C, permite, en cambio, una mayor eficiencia energética que la
que se consigue con el ciclo de amoníaco que, por su parte, presenta la ventaja
de poder bajar las temperaturas muy por debajo de 0°C y condensar a
temperaturas más altas.
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